lunes, 8 de julio de 2013

Los orantes de Tell Asmar

Vista general de todas las figuras 


El conjunto fue descubierto  durante unas excavaciones arqueológicas en 1930, en la actual Tell Asmar de Iraq, patrocinadas por el Instituto Oriental de Henry Frankfort. Actualmente se halla repartido entre el Museo de Irak en Bagdag y el Museo del Instituto del Próximo Oriente de la Univerdad de Chicago. Se hallaban enterradas entre las ruinas del templo, de forma cuadrangular, consagrado a Abu, dios de la vegetación

Localización de la ciudad en el creciente fértil



Mucho antes de la aparición de las culturas mediterráneas más arraigadas en el incosciente colectivo surgió entre los míticos ríos Tigris y Eúfrates la «civilización mesopotámica» durante el siglo V y IV a.C. Durante el III milenio un pueblo, los sumerios, se convirtieron en representantes de la hegemonía de la zona. Olvidados en el tiempo, nulos eran los vestigios que quedaban de tal floreciente cultura. Las fuentes griegas y hebreas no hacían mención a los sumerios, tampoco, siglos más tarde, los arqueólogos se podían esperar el descubrimiento de esta cultura. No se sabe de manera certera de donde procedían ni como se formó su civilización, pero su legado es impresionante. Diversas fases se sucedieron hasta llegar al que la historiografía conoce como periodo dinástico arcaico cuyo centro de poder sería Uruk, destacando otras ciudades como Ur, Girsu, Lagash o Umma. El periodo concerniente a la obra, dentro del dinástico arcaico, es el Protodinástico II (2775-2600 a.C). La escritura cuneiforme ya había hecho acto de aparición en el Próximo Oriente, los sumerios dieron gran impulso a las ciudades que se empezaban a consolidar gracias al potente desarrollo de la agricultura y la sincronización tanto comercial como cultural de los diversos grupos que poblaron la zona. La sociedad se jerarquizó cada vez más surgiendo los diversos estamentos y centros de poder en las ciudades. Los poderes políticos, sociales y religiosos confluyeron, en muchas ocasiones, en una única figura denominada ensi o lugal. Era el encargado de controlar la ciudad, actuaba como mediador entre lo divino y lo terrenal. Por encima de él se encontraban las diversas deidades asociadas a la naturaleza, creadoras de todo lo que les rodeaba y defensoras de las ciudades. Formaba parte de una estructura teocrática que dirigía la vida de los ciudadanos. Durante esta estapa, a pesar de que el rey era el depositario del poder divino, sus ocupaciones principales se centraban en administrar y defender el territorio circundante de la ciudad. De manera estricta las cosechas y el resultado de las batallas dependían, al fin y al cabo, del poder divino, ya que el rey, en este periodo, era «exclusivamente» el garante de los dioses. Junto a esta importante figura se encontraban los funcionarios de los templos, encargados de mediar entre los dioses y los ciudadanos. Los ciudadanos creían que los dioses habían creado la humanidad para que satisficiesen sus necesidades. Sin embargo frente a este derecho, que ellos creían tener, también tenían obligaciones con los dioses relacionadadas con ofrendas como libaciones, ritos de adivinación o depósito de estatuillas. Estas entregas se debían realizar en fechas litúrgicas concretas. También se podían realizar en fechas que no estuvieran marcadas, pudiendo celebrar momentos puntuales especiales. Estos elementos votivos se ubicaban dentro del templo, encima de mesillas apropiadas o altares. En algunas ocasiones podían preparan las ofrendas en cubículos adosados donde había un horno con canalización.  En el caso de esta figurilla, y por ende el conjunto, se tratarían de ofrendas de personas de alto rango. 

Detalle de una de las figuras


Las figurillas representaban al ciudadano medio sumerio. Las figuras masculinas tienen el pelo y la barba larga o la cabeza afeitada (si eran sacerdotes de los templos). Las femeninas portan tocados o llevan el pelo recogido. Portan unos faldondes con flecos de lana o kaunakes sobre los que recogen sus brazos en actitud orante. Los ojos son  desproporcionados respecto al tamaño general de la estatua para albergar una concha o lapislázuli que dota a la figura de una actitud ingenua, casi infantil. Se evita cualquier tipo de naturalismo en las figuras para buscar una conexión directa con las divinidades. Siguen un esquema geometrizante que presupone una forma cilíndrica que da la sensación de estatuillas redondeadas y ondulantes. Las formas secundarias corporales como los pectorales, el pecho o la nariz están pobremente trabajadas. 

Momento del descubrimiento



4 comentarios:

  1. Enhorabuena, buen articulo.Me gustaria saber en que museos podria ver las doce estatuillas originales.Donde se encuentran en 2019.En algunos museos exhiben copias de mayor tamano como en Chicago, segun he podido ver en algun video.En el museo de irak desconozco que figurillas se exhiben.Alguien sabe algo al respecto?Gracias

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  2. Pinches gringos las expoliaron, sabrá Enki dónde se encuentren las reales...

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